Una vez, Buddha estaba en Jetavana, en el reino de Sravasti. A la hora de la
comida, los monjes tomaron sus cuencos y fueron a la ciudad a mendigar
alimento. Pero como aún no era el mediodía, y era muy temprano para entrar en
la ciudad, decidieron ir a sentarse un rato en una sala donde se reunían los
brahmanes.
En aquel momento, los
brahmanes, discutían entre ellos a cerca de sus libros santos y se había
formado una disputa que no conseguían resolver. Llegando a reñir y enemistar
unos con otros, diciéndose mutuamente:
"Esto que sabemos es ley", lo
que sabéis vosotros ¿cómo puede ser la ley?. Lo que sabemos nosotros está de
acuerdo con la doctrina. Vuestra ciencia es vana y no tenéis el menor
conocimiento. Era así como repartían los golpes con el arma de la lengua, y por
un golpe recibido, devolvían tres. Los monjes, observando a las dos partes
insultarse, no autentificaron ninguna de las opiniones, se levantaron de sus
sitios y se fueron a mendigar alimento a la ciudad.
De vuelta a Jetavana, se
sentaron cerca de Buddha y le contaron lo sucedido. El Buddha contó esta
historia:
Hace mucho tiempo, había un
rey que comprendía la Ley Búdica, pero las personas, ministros y gente del
pueblo, estaban en la
ignorancia referente a las enseñanzas parciales, tenían fe en el resplandor de
cualquier estrella brillante y dudaban de la claridad del sol y la luna.
El rey, deseando que su gente no se quedara entre mares y navegaran por grandes
océanos, decidió mostrarles un ejemplo de su ceguera. Ordenó a sus emisarios
recorrer el reino para buscar ciegos de nacimiento y traerlos a palacio.
Cuando los ciegos fueron
reunidos en la sala de palacio, el rey dijo: ¡Enseñadles los elefantes!, y se
los mostraron guiándoles las manos. Entre los ciegos, uno tomaba la nalga del
elefante, otro agarraba la cola, otro tocaba el vientre, otro al costado, otro
tocaba la espalda, otro la oreja, otro la cabeza, otro un colmillo y el último
la trompa.
Los emisarios, llevaron
luego a los ciegos al rey, quien les preguntó: ¿A qué se parece un elefante?.
Aquel que había tocado una
nalga contestó:
Oh! sabio rey, un elefante
es como un tubo.
Aquel que había tocado la
raíz de la cola, decía que el elefante era como una
escoba.
El que había agarrado la
cola, que era como un bastón.
El que le había tocado el
vientre, que era como una pared.
Quien había tocado la
espalda, decía que se parecía a una mesa elevada.
El que tocó la oreja, que
parecía un gran plato.
Quien tocó la cabeza, decía
que era como una gran extensión.
El que tocó el colmillo,
que era como un asta.
Y el que tocó la trompa
contesto: Oh!! gran rey, un elefante es como una cuerda.
Los ciegos, empezaron
entonces a discutir, cada uno afirmaba estar en la verdad, en lo cierto y los
otros no, diciendo: Oh gran rey, el elefante es realmente como yo lo he
descrito, no hay dudas!!!
El rey rió entonces a
carcajadas y dijo:
Todos vosotros sois como
estos ciegos. Discutís inútilmente y pretendéis decir la verdad, habiendo
percibido sólo una parte, decís que el resto es falso, y por un elefante os
querelláis!!
El
Buddha dijo a los monjes: así son estos brahmanes. Sin sabiduría, debido a su
ceguera, llegan a disputarse. Y debido a su discusión quedan en la oscuridad y
no hacen ningún progreso.
Ángela Rojas
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