Somos seres con un origen Divino. Somos esencia de un Ser Superior y por lo tanto tenemos calidades específicas y particulares que nos diferencian de cada ser humano.
El hecho de ser diferente a los
demás nos hace únicos, especiales, irrepetibles.
Es precisamente esa diferencia la
que también nos lleva a vivir en sociedad, a nutrirnos de una red humana en la
cual podemos invertir, crecer, contribuir.
Muchas de nuestras metas y sueños
truncados se deben a que en ocasiones nos ganan los miedos a mostrar realmente
quienes somos, el miedo a dejar brillar nuestra esencia, el miedo a permitir
que nuestras habilidades y fortalezas toquen a otros seres humanos.
Muchas veces nos relacionamos
desde el miedo. El miedo a no ser aceptado como soy, a no ser aceptado con
todos mis problemas y limitaciones.
Queremos mostrar lo que no somos,
lo que no tenemos. Queremos evadir que tenemos puntos ciegos y algunas zonas
oscuras de nuestro ser por resolver.
Nos da miedo que el otro descubra
realmente quien somos y nos dedicamos a crear capas y capas de carbón para
cubrir el diamante interno que es nuestra esencia real y divina.
Estamos tan ocupados de pulir lo
que somos para pretender ser lo que no somos que nos perdemos de vivir y
disfrutar.
Cuando queremos probar un
restaurante nos llama la atención precisamente que marca la diferencia, cuál es
ese plato que los hace diferente.
Sucede lo mismo cuando deseamos entrar
en una relación de pareja. Cuando alguien nos llama la atención, nos atrae,
precisamente nos seduce lo que hace a esa persona especial, lo que no
encontramos en los demás. Es precisamente eso lo que hace que nos quedemos a
compartir esa experiencia de vida.
Una pareja llena nuestra existencia
por aquello que la hace diferente y única. Cuando desde el respeto aceptamos
sus puntos ciegos y su vulnerabilidad. Cuando esa persona nos complementa con
lo que brilla y lo que no brilla de ella. Cuando abordamos a nuestra pareja
desde la aceptación y la generosidad nos damos el espacio para amarla como el
ser completo y perfecto que es.
Para crecer como seres humanos
debemos conocernos profundamente. Y consiste en no cambiar nuestra esencia sino
más bien en reconectar con nuestra esencia. En abordar que es aquello que nos
limita, nos lastima y nos previene de mostrarnos realmente como somos.
Cuando
nos conocemos profundamente quitamos las capas de carbón que nos rodean y
dejamos aflorar el diamante poderoso, brillante y valioso que constituye
nuestra esencia.
Darnos la oportunidad de
profundizar en las capas de carbón es el más bello regalo que nos podemos
brindar para que reluzca el diamante y podernos ahora sí brindar desde el Amor
y no desde el miedo.
Confío en que estas líneas te
sirvan como referente de inspiración para ti y los tuyos.
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Por el derecho a AMAR para ser AMADO,
Ángela
Tu Coach de Pareja&Liderazgo con Propósito
P.D. El miedo a conocernos
profundamente trunca nuestro éxito y nuestra excelencia. Coraje y valentía son
dos palabras clave.