Cuando en la vida se nos
presentan situaciones que no son muy agradables o de nuestra conveniencia lo
más común es que empecemos a buscar quien
es el “culpable”.
Es como cuando tenemos planeado
madrugar y resulta que amanece lloviendo y haciendo mucho frío. Suena el
despertador y preferimos enrollarnos en la cobija y seguir durmiendo.
Luego, se
nos presentan los inconvenientes porque ya no nos alcanza el día, llegamos
tarde, dejamos de hacer varias de las tareas planeadas y surgen los
problemillas como consecuencia de levantarse tarde, y la respuesta que quizás
podamos dar es que fue “culpa de la lluvia”.
La lluvia como tal es simplemente
eso, lluvia. Ni buena ni mala. Quien tomo la decisión de seguir durmiendo debe
acarrear con las consecuencias.
Cuántas veces sucede así en la
vida. No nos responsabilizamos de nuestras decisiones y de nuestras acciones y
entonces empezamos a buscar “culpables” por todas partes.
Sucede a la hora de conservar un
trabajo, una relación de pareja, nuestra salud y bienestar.
Cuando nos hacemos responsables
de todo lo que por acción o por omisión afecta aquello que es fundamental para
nuestras vidas nos adueñamos de
nosotros mismos, de nuestra vida, de nuestras acciones y por tanto de nuestros
resultados.
Recordemos que cuando señalamos para
decir que es por culpa de xyz, hay
cuatro dedos señalándonos para decirnos “y tú cómo contribuiste a generar esto,
¿de qué te haces responsable?”
Es más fácil decir que el
matrimonio fracasa porque el esposo es un borracho. Es más fácil decir que te
despidieron del trabajo porque el jefe es muy exigente y tiene unos estándares
muy altos. Y en últimas, qué hay de ti que estás con una pareja maltratadora o
en un puesto de trabajo donde no das el rendimiento esperado porque el puesto
te queda grande.
Es más fácil liberarse de la
responsabilidad como si fuera una papa caliente que se le tira al otro y
simplemente “culpar” al jefe exigente y al esposo borracho.
Finalmente no hay culpables, hay
responsables. Y si decido quedarme o
irme de esa persona o vivencia que no me gusta, que no me conviene, que me
afecta, lo importante es hacerse responsable de esa decisión y de lo que trae
consigo.
Cada uno de nosotros crea la realidad
que está viviendo. Te invito a hacerte responsable de lo que creas, y si esa
realidad que estás viviendo no es la que deseas hay formas de trabajar en sí
mismo, limpiar el camino y crear lo que
sí quieres.
Confío en que estas líneas te
sirvan como referente de inspiración para ti y los tuyos.
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Por el derecho a AMAR para ser AMADO,
Ángela
Tu Coach de Pareja&Liderazgo con Propósito
P.D. Ser responsable de sí mismo
es una actitud de un SER valiente. Echarle la culpa al otro nos sitúa en el
camino de la MEDIOCRIDAD.
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