Cesa la euforia de las fiestas navideñas y de fin de año, concluyen las distracciones que traen implícitas estos días de descanso. Para muchos, quizás también para ti, retomar las rutinas es como toparse nuevamente con un gran muro gélido y difícil de escalar. Y poco a poco se vuelve a caer en la rutina y se dejan los buenos propósitos en un rincón para cuando llegue una mejor oportunidad, para cuando haya tiempo, para cuando las circunstancias o las personas así lo permitan.
Empieza nuevamente a cobrar fuerza la ansiedad, el
desespero, la fatiga y el desgano. Las metas, objetivos y buenos propósitos
planteados el 31 con el brindis de año nuevo ya se mitigan y desvanecen, y más
bien van tomando la faz de una pesada carga.
Antes de permitirse volver al letargo, esa ansiedad, esa
vaguedad de pensamientos, esa falsa resignación deberían ser el motor de
arranque para decirnos ¡ya no más, ahora
sí hago algo productivo por mí mismo, por mi crecimiento y desarrollo!
Sé que no es fácil llegar a ese nivel de determinación
porque una decisión de esta naturaleza te lleva a arriesgar lo seguro y lo
conocido por un mar de incertidumbre donde sino cuentas con el entrenamiento y
la ayuda idónea te come el coco del miedo que te dice y qué pasa si lo arruinas
una vez más, y si fallas, y si te equivocas nuevamente y si pierdes nuevamente
dinero, fuerza y energía.
Sé que no es fácil atreverse a dar un paso hacia adelante
hacia metas y transformación más certera y profunda porque las razones -que son
las excusas de los adultos- te dirán que el año viene cargado de muchos gastos
y compromisos financieros ineludibles, así que cómo vas a gastar y arriesgar
por algo que no sabes a ciencia cierta si va a resultar.
Sé que no es fácil lanzarse al agua y tomar la decisión de
invertir en sí mismo porque se requiere de compromiso, disciplina y dedicación.
Hasta ahora ha sido más fácil hacer responsable a los demás de los fracasos y
errores que enarbolar la bandera de hacerse cargo de sí mismo y levantar su
propio peso.
¿Recuerdas la alusión a la mentalidad de víctima que maneja el
mendigo o esclavo, y a la mentalidad empoderada y triunfadora que diferencia a
un rey?
Solo para algunos está reservado el llegar al rol y
estrategias que guían al rey. Y no porque nos falten oportunidades o capacidades
sino porque pocos están dispuestos a reinar.
El nivel de exigencia consigo mismo, de determinación y
valentía de quienes desean tener su reino de autoliderazgo, tal y como lo haría
un rey, es todo un reto que pocos desean afrontar.
Para manejarse como rey son necesarios tres aspectos
básicos:
No. 3 Se requiere un grado de compromiso de altos estándares
No. 2 Se requiere cuidar de sí mismo y ser responsable de sí
mismo para poder cuidar y responsabilizarse del reino.
No. 1 Se requiere respetarse, amarse y valorarse lo
suficiente para poder ser amado, respetado y valorado, y por ende transmitir
este mismo sentir al reino.
Para ser rey no basta con autocalificarse como tal. Un rey
renuncia a despertar la lástima y la culpa, empezando por no sentir lástima ni
culpa de sí mismo ni de nadie.
Un rey hace un trabajo interior para perdonarse sanando
rabias y resentimientos.
Y algo muy importante su condición de rey no le permitirá
comprar las limitaciones, cargas y culpas de otros. Desde la compasión, mas no
desde la lástima, entenderá el dolor y no
legitimará el drama; ayudará a quien se lo solicite, mas respetará el camino de
cada quien, aún si eligen el del bochorno, el fracaso y la frustración.
Su condición de rey le impide mostrarse como la víctima, el
victimario o el salvador, y si llega a caer en estos roles su estado de
consciencia le servirá para llamarse al orden y retomar el camino y ser dueño
de sí mismo. Un rey renuncia a mendigar atención, amor y lástima.
Aprender el camino del rey guerrero y del rey héroe requiere
de un conocimiento que le lleva a aceptar sus problemas, limitaciones y
debilidades. Le implica aprender a amarse incondicionalmente. Y para llegar a
ese punto, primero requiere limpiar el camino de escombros y enredaderas que
trae como lastre desde su pasado. Sanar las heridas que carga desde su
genealogía, de sus antepasados, de su niñez.
Arrancar el motor de un nuevo año y no dejarlo apagar tan
pronto se entra en la rutina del trabajo, el estudio y los compromisos habituales
es una decisión que cada quien tomara según desee dar el paso a ser el rey de su propia existencia, a vivir
desde su autoliderazgo, a relucir como un diamante que ha despejado las capas de carbón que tristemente le
ensombrecían.
Iniciar un nuevo ciclo como lo es un año se puede convertir
en la mejor oportunidad para valerse del impulso inicial y decidirse a
escudriñar el cambio y la transformación.
Por un año 2015 cargado de verdadera paz y transformación te
invito a insistir y persistir sin desistir con decisiones y acciones desde la
consciencia de SER para hacer y tener.
Recuerda que mi correo electrónico está disponible para ti,
tus inquietudes y sugerencias son bien recibidas y también puedes solicitar
asesoría personalizada:
Por tu Excelencia,
Ángela Rojas
Tu Coach de Pareja&Liderazgo con Propósito
P.D. El trono del rey está listo para ti, ¿qué tan listo
estás tú para ocuparlo?
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