Amar es un arte que podemos perfeccionar siempre y cuando nos hagamos a la idea de que sí es posible amar para ser amados.
Hacemos malas
elecciones y luego decimos que nos engañan, señalan Jaumé Soler y Mercè Conangla en una de sus obras sobre ecología emocional.
Me encanta este
postulado porque nos lleva a responsabilizarnos hasta de nuestras malas elecciones.
Y esto sí que es
válido en el territorio emocional de la pareja. A veces es tan fácil
responsabilizar a nuestra pareja de lo que nos pasa o nos deja de pasar, de
nuestras emociones y de nuestros comportamientos.
Muchas personas
eligen con ligereza a la mujer o al hombre de sus sueños desde el mundo de la
ilusión o del enamoramiento y no cavilan quien es en realidad esa persona. Y
cuando despiertan de la tierra de la fantasía se percatan de una cruda realidad
y ya se encuentran en medio de la peor pesadilla.
A veces, muchas
veces, al elegir pareja el parámetro se rige por cómo esa persona deslumbra por
su imagen física, su posición económica, o su nivel socio-cultural y pasan por
alto el análisis de cuáles son en común los valores, principios, hábitos, proyectos
personales, preferencias y expectativas.
Aún más, no se
detienen a pensar cuál es el equipaje emocional que trae a cuestas la pareja, cómo
trabaja a nivel interno y su plan de ser la mejor versión de sí mismo.
Si nos regimos por criterios de elección pobres, el sinsabor tarde o temprano
puede llegar porque no se ha construido la relación desde bases fuertes y la
estructura resulta tan endeble que el primer viento la desploma.
Si amar es un
arte, ¿nacimos aprendidos o podemos aprender a amar para ser amados?
Quizás este sea
un tema para un debate interesante que cada quien desde su sistema de creencias
defenderá o atacará.
Yo creo
firmemente que el amor se construye y que aunque no nacimos con un manual es
posible hacer una inversión consciente para que sea funcional, ecológico y
nutricio.
Se requiere eso
sí, que sean ambos miembros de la pareja los que estén alineados y decidan hacer
de esa relación algo armónico.
Sin embargo, el
compromiso de conocerse a sí mismo e invertir en educarse emocionalmente da
bases sólidas para hacer elecciones adecuadas, serias y perdurables en el
tiempo.
Elegimos desde
nuestro propio mapa de creencias y en concordancia desde nuestro merecimiento.
Tenemos a nuestro lado la persona que creemos nos merecemos, “tenemos la pareja para lo que nos alcanzó”, afirma
Rubén González Vera.
Por ello, el
llamado es a trabajar en nosotros mismos como activo fundamental de la relación
para hacer elecciones serias y adecuadas, y así liberar al otro del
señalamiento y la culpa por nuestras malas decisiones.
Recuerda que
estamos a un click de distancia en crea.excelencia@gmail.com
Por tu
Excelencia,
Ángela Rojas
Tu Coach de Pareja&Liderazgo con Propósito
P.D. Si podemos
aprender a amar, ¿qué estás haciendo ahora mismo para invertir en ti y en tu
educación emocional?
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