miércoles, 8 de abril de 2015

El rompecabezas del amor

¿Hace rato que no armas rompecabezas?, 

te invito  a jugarlos de nuevo.


Me gustan los rompecabezas. Un montón de piezas revueltas y sin orden específico pueden llegar a configurar una gran estructura llena de armonía, color y belleza.

Así son las relaciones. A veces no llevan un ritmo y sin embargo tienen todo el potencial de ser modelos de amor, entendimiento y misión conjunta. El reto está en poner las piezas en su lugar.

Tal cual como en los rompecabezas el quid del asunto está en hacer que los elementos encajen, sin forzar, sin imponer, simplemente porque fluye y porque se dan los tiempos, la voluntad y el propósito de que funcione.

Con mis clientes pasa a menudo. Se trata de hombres y mujeres que llegan a mí porque ya han vivido etapas muy importantes de sus vidas, y sin embargo, están atravesando crisis vitales como no conectar con una pareja ideal, bien sea porque no logran ubicarla, porque ya están en una relación pero es disfuncional.

Vienen a un proceso a armar el rompecabezas, a poner las piezas en su lugar y a tirar otras a la basura porque se construyeron en el tiempo y carecen ya de sentido.

Lo primero que hay que tener muy claro es que cada individuo en la pareja es  responsable ciento por ciento (100%) del cincuenta por ciento (50%) que le corresponde. Ni más ni menos. No es funcional cargar con lo del otro.  Tan carente de equilibrio es el descuido como la sobreprotección.

Si ambas personas logran unificar este criterio, ¡aleluya! Vamos a allanar el camino. Sino, muy difícil que ambos remando en sentido contrario lleguen a alguna orilla.

Cuando hay una persona poniendo todo y el otro no está sintonizado, ¿cuáles pueden ser esos factores que afectan el éxito de la relación?  ¿Qué es ese otro 50% que está faltando?

Pueden ser muchos los elementos que inciden y dependen de cada caso en particular. Solo voy a enumerar algunos como una guía de análisis para ti que sigues estás líneas:

No. 5 Si tu pareja es un mentiroso/a patológico. Es decir, está acomodando su discurso permanentemente, ocultando, o dejando bajo la manga algunas cuestiones y pretende que el otro no se da cuenta, es tal el grado de cinismo que se pone en duda la inteligencia de la pareja. En principio puede que esto fuera motivo de discusión pero con el pasar del tiempo ya ni siquiera se evidencia, simplemente se escucha desde la desconfianza porque se llegó al término del cansancio.

No. 4 Cuando en la relación sigue mandando un tercero que casi siempre resulta ser la mamá de tu pareja. Bien se trate de una relación de casados o de solteros, la mamá determina dónde, cómo y con quien vive su hijo/a, con quien se pasan las vacaciones, que se hace un fin de semana, que se come, que se compra o se deja de comprar. Es imperativo “destetarse” para poder vivir en pareja, ya lo dicen las Sagradas Escrituras: “dejarás padre y madre”.

No. 3 Cuando la relación está marcada por el poder o la competencia para ver quien gana o quien tiene siempre la razón. Por tanto, los gustos, preferencias, necesidades y sugerencias del otro no se tienen en cuenta.

No. 2 Dar prioridad al placer inmediato por la gratificación a largo plazo. Algunas personas prefieren sexo rápido y ocasional que decidirse a invertir en una relación donde el amor sea el ingrediente principal. En el primer caso, es demasiado fácil pues no hay vínculo, compromiso, ni mucho que esperar. En cambio, una relación basada en el amor y en la sexualidad sagrada implica permanecer, apostar y ceder.

No. 1 Escudarse en el papel del sabelotodo que siempre se justifica para sacarse en limpio y acusa al otro de ser el “culpable” de lo que sucede o deja de suceder. Es el camino de la mediocridad donde no se hace responsable de sí mismo, no se presentan disculpas ante un impase o equivocación, no se pide al otro que marquen un ritmo nuevo, no se tiene la entereza de asumir su responsabilidad.

Quizás sientas que tu relación está siendo afectada por estos y otros estados más. Es posible salvar una relación en estas circunstancias, puede ser posible siempre y cuando se sane primero así mismo, su emocionalidad, sus memorias tóxicas.

Sanar la relación consigo mismo es un imperativo para llegar liviano de equipaje a la relación de pareja en equilibrio de su masculinidad y feminidad. Cuando se sana la relación con la pareja interior se puede donar al otro desde un lugar de generosidad y entendimiento.

Te invito a explorar este tema, recuerda que en el ebook de mi autoría Las 9 Enfermedades Del Amor Que Tienen Tu Relación En Cuidados Intensivos se desmenuza cada uno de los elementos aquí tratados y muchos más. También puedes acceder a asesoría y/o entrenamiento personalizado, estoy feliz de poder facilitarte este viaje hacia tu conocimiento y reconciliación interior.

La invitación es a contactarme en: crea.excelencia@gmail.com

Por el derecho a amar para ser amado,
Ángela Rojas
Tu Coach de Pareja&Liderazgo con Propósito

P.D. La honestidad consigo mismo es vital para determinar que es aquello que traigo a la relación con la cual la construyo o la destruyo. 

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