CreaExcelencia: Cuál es la piedra en el zapato

Descubrir cuál es la piedra en el zapato fue para mí todo un reto durante mucho tiempo.

Ahora, cuándo afronto situaciones de estrés recuerdo esta historia, me alejo de sufrir por el problema y me enfoco en decisiones que realmente me lleven a algún lado.

¿Quieres oírla?

Hace ya algún tiempo había un hombre que vivía en su finca productora de los mejores frutos de la región. Eran reconocidos por su dulzura, suave textura, excelente aroma, y el color brillante cautivaba todos los paladares y miradas. Sin embargo, gran parte de la cosecha se dañaba porque él no lograba venderla a tiempo.

Este hombre tenía dos singulares pasiones. La primera era coleccionar piedras de todos los tamaños y formas. Y la segunda, guardar en una maleta debajo de su cama lo que recaudaba por la venta de sus frutos.

Era del tipo de personas que le gusta hacer todo por su cuenta inclusive fabricar los cajones para despachar la cosecha, es decir, el embalaje.

No sé desde cuándo se están utilizando los guacales, me imagino que desde épocas inmemoriales porque en las películas antiguas se ven de manera común.

El caso es que para fabricarlos, se pasaba días interminables cortando madera y juntando sus partes con un gran esfuerzo, haciendo malabares para clavarlos, y fuera de eso, le quedaban chuecos.

Y todo porque sus herramientas eran esas pesadas piedras. Unas le servían de martillo, las otras de destornillador, las otras de serrucho...

Algún día le hicieron un pedido muy grande y se puso en la tarea de armar los guacales, calculó y necesitaba más o menos 700. Hummm, “esto si que le iba a llevar mucho tiempo, ahora sí que se iban a podrir los frutos y quien sabe si alcanzaría a cumplir con el pedido”.

Entretanto, pasó por allí un turista y se acercó a comprar de estos frutos tan maravillosos que desde la carretera le llamaron la atención.

Se sorprendió de ver a aquel hombre tan estresado, malgeniado y angustiado agachado y mugroso trabajando de manera tan arcaica y desordenada: un arrumbe de madera y de piedras; y como si fuera un juego, probando con cual piedra le iba mejor.

Estupefacto, le preguntó el motivo por el cuál no tenía un kit de herramientas y porqué no contrataba un ayudante. Rezongando y testarudo, el dueño de la finca le contestó que tenía como lema “mejor malo conocido que bueno por conocer”.

El visitante sonrío e hizo como si no hubiese escuchado el sarcasmo.Sacó su reluciente caja de herramientas que lleva en su carro todo el tiempo y se puso en la labor de enseñarle.

Con seguetas, serruchos, destornilladores, martillos y los clavos adecuados, en unos cuantos días hicieron juntos el trabajo que habitualmente le tomaría meses y nunca con tan buenos resultados.

Estaba YA feliz porque en unos cuantos días había resuelto rápidamente, fácilmente y confiadamente, lo pesado de tantos años.

Así que se convenció a sí mismo y sacó la maleta que tanto atesoraba bajo su cama, le entregó parte del dinero a su nuevo visitante para hacerse a SU PROPIA, NUEVA Y PODEROSA caja de herramientas.

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Y es que muchas veces pensamos que nos basta con solamente anhelar las cosas y contar con el talento, pero en realidad hay que seguir ciertos pasos para alcanzar lo que queremos. En este caso contar con las herramientas adecuadas y aprender cómo usarlas.

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Por tu Excelencia,